Riff 13 Decadencia

Crónicas Autónomas de la suburbanidad

Por Arnoldo Vidal

Decadencia, es la palabra que se me viene cuando recuerdo todo aquello. Y es que sí bien habíamos llegado a un punto de organización que no había tenido la movida punk antes, también se empezaba a ver cierta decadencia en un movimiento que no trascendía sus formas.

Nos habíamos ganado no sólo el respeto de organizaciones de izquierda que a la vez nos miraban con desprecio, pero nos reconocían como nuevos actores de las luchas, no sin menospreciar nuestro anarquismo contracultural. También se acercaban colectivos y personas que quedaban asombrad@s por nuestras formas autónomas de actuar. Hasta ese momento, teníamos dos caras como organización: por un lado éramos uno más de los comités del Frente Zapatista de Liberación Nacional ((FZLN), el Comité Librado Rivera, por el otro éramos la JAR, una leyenda urbana, que se recordaba por haber destruido un McDonald.

El FZLN fue una iniciativa convocada por el EZLN en 1995 por medio de una de las Declaraciones de la Selva Lacandona, en donde proponían un movimiento civil pacifico que derrocara al sistema priista, en ese entonces el EZLN no se declaraba anticapitalista. La propuesta organizativa era constituirse en comités ciudadanos que plantearán propuestas organizativas “horizontales”. Muy poco se hablaba ahí de autogestión y las competencias entre grupos internos del Frente no dejaban hacer construcción de una organización, pues era tan ambiguo y amplio, y tan corrompido el ambiente de izquierda que nunca prosperó. Los más organizados eran los trosquistas del dividido PRT, jerárquicos y mañosos que conocíamos bien. Preferimos mantenernos alejados de sus peleas. Solo cuando había alguna marcha para exigir la salida del ejército de Chiapas nos juntábamos con el FZLN, pero nadie lo notaba, éramos el comité más grande y mientras ellos marchaban con 50 personas en su contingente, el comité Librado Rivera lo hacía con 300 punks encapuchados. Así que se pensaba que eran dos cosas distintas… Y sí, definitivamente.

La JAR también se integró a la posiblemente primera red autonombrada autogestionaria, la Redstirada, una organización compuesta por proyectos diversos de trabajo autogestionario en donde se movían las primeras radios comunitarias urbanas como Radio Interferencia, grupos de música como los Restos Humanos e integrantes de un grupo desconocido llamado Radio Machete, que después cambiarían su nombre por el de Salón Victoria, con quienes organizábamos tocadas ska-punk. En la red también estaban los Cacto, ya mencionados en anteriores riffs, entre otr@s.

Una nueva generación se estaba gestando sin nosotros notarlo, que poco a poco se iba integrando en la movida alternativa y venían de la mano del ska. La efervescencia zapatista generaba mucha movilización de jóvenes hartos de la represión. Las tocadas masivas para juntar víveres a zonas rebeldes de Chiapas se convirtieron en eventos políticos por excelencia que el Estado no pudo detener. Grupos de punks se veían participando en estos. La JAR tiraba sus trípticos como Librado Rivera en varios de ellos. El tianguis del Chopo poco a poco también cambiaba de estética y si antes dominaban las vestimentas y pelos punks, ahora abundaban los chicos en patineta, playeras holgadas y muñecos colgando de pequeñísimas mochilas en las espaldas. La ola ska llegó con fuerza mientras los punks se radicalizaban al mismo tiempo que se extinguían.

En ese momento el punk en México se obstinó en buscar su identidad y pláticas tituladas “Qué es el punk” abundaron en las colonias donde los colectivos trabajaban. En el mismo Fanzine Comunidad Punk llegó a aparecer como página central, un decálogo de lo que debía “ser” el punk, signo de su institucionalización por parte de una élite de punks, casi todos hombres, que imponían su opinión en las asambleas.

Había un desgaste dentro de la organización. Peleas internas se habían suscitado dentro de la JAR, sobre todo por posturas de discriminación y violencia hacia mujeres militantes, rupturas por amoríos y recelos entre individuos. Para colmo, las diferencias con los anarcopunks de la UPL eran muy notorias. Había una competencia de egos entre líderes de cada postura. La gente que cuestionaba a la élite de la JAR iba siendo depurada, expulsada y automáticamente se pasaba a la organización contraria, la UPL. Se competía hasta por el formato de los fanzines, que cuando la JAR sacaba el suyo a colores, también lo hacía la UPL. Si cambiaban de formato tamaño carta a media carta, la UPL lo hacía también. La JAR se fue convirtiendo en un colectivo más al decrecer en integrantes, perdiendo poco a poco sus relaciones con otras organizaciones y movidas autónomas que estaban emergiendo en las luchas sociales. Sus enemigos fueron aumentando al grado de ser más en el movimiento punk y skin que la misma represión. Varios de la élite punk autónoma se fueron volviendo agresivos como respuesta a la violencia contra ellos, priorizando la pelea. Años después abrirían un espacio de lucha marcial que poco tendría que ver con las luchas sociales.

Aun así la JAR se nutría de nuevos personajes que tomaban las ideas y las formas, vari@s de ell@s tendrían su papel en la huelga universitaria en 1999-2000. No dejó de haber demostraciones de creatividad y no faltaron los performances en las calles. En un momento en que el movimiento de la diversidad sexual crecía, algunos punks JARiosos, que no pertenecían a esa élite de machos alfa, decidimos romper estereotipos y hacer un performans diario: besarnos en la boca entre hombres en el lugar público por excelencia, el tianguis del Chopo.

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