Crónicas Autónomas de la suburbanidad

Riff 14: El regreso de la Columna Durrutti

Arnoldo Vidal *

Paco Ignacio Taibo II se acercó a nosotr@s con aire de preocupación -! Por favor muchachos, no nos vayan a okupar!- dijo.

Él, bajito y bonachón, era un representante de la vieja generación sesenta y ochentera qué se estaba instalando en el poder. Su esposa Paloma era la subdelegada de la colonia Roma, donde habíamos planeado la toma. – ¿Okupa? – preguntamos nosotr@s admirad@s – No para nada, solo es una tocada por los espacios liberados.

Y se quedaron ahí en la Plaza Río de Janeiro, viéndonos, mientras seguíamos tratando de poner orden a un concierto punk en medio de un parque arbolado y totalmente ajeno a los barrios de donde proveníamos. Casas de gruesos muros, con buenos acabados y jardines amplios, calles limpias, sin perros flacos en la calle buscando comida.

Eran tiempos de cambio. La “izquierda” había tomado el poder en la ciudad de México. Viejos conocidos de la grilla, ex-estudiantes de huelgas universitarias, trosquistas, maoistas, se veían en puestos de poder creyendo hacer un cambio. Los años les enseñaría otras lecciones.

Como sea, qué Paco Taibo viniera con la información de una casa a punto de ser tomada por jóvenes punks era indicativo de que hasta la izquierda institucional nos tenía infiltrados. Pero ni modo de aplazarlo todo, teniendo un plan tan perfecto…

O eso creíamos.

La movida punk anarquista autónoma en el mundo tenía una tradición de okupar casas abandonadas para volverlas centros sociales autogestionados. Pero en México no se tenía. Por supuesto había existido el Depso, en el poniente de la ciudad, pero no sé nos hacia un espacio político en sí, sino más bien un lugar para dormir, sin mucha actividad real, a pesar de Magos, esa mujer guerrera punk. En nuestros fanzines solíamos difundir la idea de okupar, y estábamos cansad@s de pasar de un local prestado a otro sin poder hacer algo propio. La idea y la búsqueda de casas abandonadas fue una obsesión constante.

Era el día planeado y habíamos preparado todo. La JAR, después de estar unos años en actividades dispersas, por fin volvían a trabajar conjuntamente para este objetivo. Y las condiciones estaban dadas, según nuestro análisis. Los colectivos zapatistas de corte socialdemócrata habían ido al 2do Encuentro Intergalactico en Barcelona, España, y conocieron las experiencias de los okupa allá, así que recibiríamos el apoyo de aquellos, aunque aún pensaran que las siglas del grupo punk español MCD (Me Cago en Dios) significarán un inexistente “movimiento ciudadano por la democracia”.

La JAR para ese entonces, había disminuido mucho sus fuerzas, así que para impulsar la participación de la banda, se decidió hacer una tocada con bandas hardcore. Un equipo se dedicaría a organizar la tocada, mientras otro, con ayuda de gente de la Red-estirada, se dedicó a sondear la casa. La Plaza Río de Janeiro en la colonia Roma, sería el punto del ruido.

Tenía años que no organizaba una tocada, desde los tiempos del Cambio Radikal, hacía ya más de 5 años, así que me fue complicado obtener todo lo necesario, entre bandas, bafles, cerebros, micrófonos, batería y demás. Salió algo bastante malo pero logró congregar a mucha banda qué en su mayoría sabían a lo que iban.

La casa ya estaba ocupada cuando la tocada comenzó. Las autoridades de la colonia Roma y de la entonces Delegación Cuauhtémoc estaban presentes. Había policía también pero al parecer no sabían de qué iba. Cuando la tocada terminó, ya no había nadie de ellos. Nos dirigimos hacia la casa después de subir el último bafle al camión rentado. Estaba a una cuadra de la Plaza. La casa era grande y con un vestíbulo amplio. Lo supimos a pesar de la oscuridad porque entramos alrededor de 100 personas en ese momento. La gran manta ya estaba puesta por fuera, en tela negra y con letras blancas: “El regreso de la Columna Durrutti “.

Viejos y nuevos amigos estaban ahí, como también mucha gente que no conocía. Hicimos una asamblea, que más bien pareció plática porque solo hablamos unos cuantos. Hablamos sobre la importancia de abrir espacios y los planes para ese lugar, se armaron comisiones y terminó. Entonces la mayoría de gente empezó a abandonar el lugar, para mi asombro. Al final, solo once, de las cien, nos quedamos esa noche: diez hombres y una mujer…

A la mañana siguiente corríamos de un lado a otro de la casa okupada, admirados de tanta “belleza”: un amplio jardín con techo de cristal como para un buen huerto; había varios baños en estado deplorable pero con tinas de cerámica y mosaicos. Muchos cuartos qué servían de escenario para esos alegres traviesos con juguete nuevo…

Pronto llegó Taibo y Paloma al grito de “no qué no me iban a okupar??? – Plantearon una reunión en el edificio de la subdelegación de la Roma, a unas cuadras de donde estábamos, a la cual asistimos cinco de los once okupas inexpertos totalmente. Ahí estaban esperándonos el escritor y la subdelegada y otros cinco personajes con caras enjutas. Lo primero que nos preguntaron fue el por qué no lo habíamos hecho (la okupa) en el anterior gobierno priista y si en este de izquierda. Nuestros tiempos no eran los mismos de los gobiernos, contestamos. Taibo ya lo sabía, él había estado de nuestro lado en su juventud, se decía anarquista, hablaba de ello en sus novelas. Quizá solo Cabe y yo, de todo el grupo, lo conocíamos en sentido literario. Ellos aplicaron el clásico papel del policía bueno y el malo: mientras Paloma y Taibo nos hablaban con amabilidad y confianza los otros nos presionaban y amenazaban con represión. Nos ofrecieron buscarnos una casa de cultura para que hiciéramos nuestras “cosas” de jóvenes. Les dijimos que teníamos que consultar en asamblea. La policía “mala” quería una respuesta rápida e insistimos en lo asambleario, cosa que quizá ellos no entendían, les enviamos un buscapiés. Taibo y Paloma rieron como recordando viejos tiempos estudiantiles y de fábricas en huelga. Ese tiempo había pasado, así que nos dejaron ir a consultar. Quedamos en darles respuesta a las 5 pm.

En la casa de los Durrutis la limpieza se empezaba a dar. Los 11 chic@s punks y darks proyectaban cada espacio, cada cuarto de ella. De repente sonaron unas llaves afuera de la puerta a la calle. Era un señor de unos 50 años a punto de entrar. Al percatarse qué había gente adentro se echó a correr por la acera y desapareció. Entonces llegamos l@s qué nos vimos con la autoridad y nos reunimos en asamblea. Se decidió rechazar y resistir, se habló de no claudicar a pesar de ser poca gente y de empezar a hacer trabajo en el barrio y… En esas estábamos cuando fuertes golpes se oyeron en la puerta. Gritos de “fuera vándalos” inundaron la calle. Nos asomamos por los grandes ventanales con balcón de ese primer piso, en el gran salón donde ahora sesionábamos y divisamos a un hombre flaco vestido de traje y corbata, acompañado de paneles de policía. El tipo se encontraba eufórico golpeando la gruesa puerta de entrada mientras la policía miraba atolondrado al desenfrenado personaje.

Inmediatamente agarramos piedras y palos reforzando la pobre barricada qué habíamos dispuesto en la puerta. Hubo nervios y miedo por la nula experiencia pero decididos a defender la efímera okupa… O eso pensábamos.

El Cabe grito desde adentro qué se calmara, qué se iba a abrir. Nos miramos varios ante tal afirmación de nuestro compañero más atrevido, pero no dijimos nada. En realidad tod@s estábamos asustad@s. Hubo negociación de que nos dejarían ir tranquilos si abríamos. El Cabe abrió; el personaje y la policía entraron con gritos del derecho de propiedad y otras cosas. La policía solo lo seguía sin aprehendernos, era muy poca quizá o tampoco tenían idea de que hacer en estos casos. El abogado se fue calmando hasta que en un momento nos dijo que él de joven había pertenecido al colectivo cultural de izquierda CLETA, y que nos comprendía ¡Vaya encuentro con la vieja izquierda en este cuento!

Parecía que saldríamos y ya, pero la policía dijo que no nos podíamos ir, que había un delito. Empezaron a llegar compañeros que venían a ver como estábamos y nos encontraron acorralados. Entonces llego Taibo II y se interpuso entre la policía y nosotros.

~ Es un atropello~ decía

~Es la ley~ repicaba el abogado.

Nosotros estábamos callados un poco pendejos de las vueltas de estos personajes que, unos en el gobierno defendiéndonos y otros tratándonos de encerrar, ¡Todos de izquierda!

El comandante policial y su gente nos empujaban dentro de los carros policiales por la puerta de la izquierda y Taibo iba y nos sacaba por la puerta derecha y volvían a discutir. Entonces otra vez nos metían al carro y de nuevo Taibo nos bajaba y así sucesivamente como película del gordo y el flaco.

En un momento dado, el Cabe me señaló hacia la calle vacía mientras la policía y autoridades discutían. Le dije que caminara, yse perdió por entre las calles y frondosos árboles. Poco a poco les fui diciendo a los otros diez qué empezarán a moverse, la policía no lo notaba. Quedábamos tres cuando decidí caminar. En un momento después el abogados se refirió a los “delincuentes” señalándolos… y ya no estaban, solo quedaban dos. Taibo sonrió mientras el abogado cletense gritaba ahora insultando a la policía. Se llevaron al Chiwi y al Máuser al Ministerio público. Los acompañó Taibo y alguna banda qué se había juntado mientras todo pasaba y lograron qué sólo firmarán un documento donde el “Regreso de la Columna Durrutti” se comprometía a no volver a meterse en casa ajena.

Fue el antecedente de las okupas que vinieron después: la okupa Che, el Chanti Ollin, La Granada, el Banco, donde varios de la movida punk participarían, más nuevas generaciones. Para mí fue lo último que hice con esa contracultura pues otras luchas se estaban gestando y una huelga universitaria estaba por empezar, cambiando las perspectivas y luchas de los movimientos sociales, qué ya tenían muy en claro lo que se buscaría: la autonomía.

Imagen: Pablo Costa, https://www.20minutos.es/gonzoo/noticia/4955494/0/anos-despues-de-okupar-la-casa-de-su-abuela-el-mismo-grupo-le-ofrece-piso-en-madrid-el-mundo-es-muy-loco/

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