Todxs nos parecemos a Jarvis

Alonso Guzmán*

Desasosiego fue la primera palabra que llegó a mi mente después de leer el tipo que parecía a Jarvis Cocker. Dentro de su enzima un largo pasadizo de esferas sostiene uno de los mejores libros de cuentos del valle.

Quiero decir que en sus arrebatos habitan aquella soledad de los noventa, el germen de no pertenecer a nada; de estar en un camino tembloroso que comienza y termina en la misma hoja. Se puede sentir el filo de un soundtrack adorando esa habitación desordenada en el arrebato la juventud, las manías interpuestas y el súper poder de olvidarlo todo o casi.

Desde los fantasmas vaporosos de la incertidumbre, hasta la intimidad del béisbol, este libro se coloca como una pieza fundamental para explicarnos ese mundo que nos deja, el paraíso que se pierde sin control todos los días. Nos recuerda nuestro rostro pastoso y nuestra efervescencia esteril ante un pasado que se colapsa entre el polvo de la ciudad y tres acordes.

Asesinos seriales, metanfetaminas y tedio; abandono y una especie de mutilación emocional nos convida a revisitar nuestra historia. Sí, hay un malestar, sí, estamos rotos, sí, nos han traicionado y entre la incapacidad de amar y el ejercicio de no ser nosotros mismos, estos cuentos nos atrapan (con una voracidad que crece) en esa hebra que creo compartimos todos los que estamos aquí: sentirse al margen de lo cotidiano.

Cercano en muchos sentidos y niveles, Tadeo en este libro nos sitúa en pasajes tan reconocibles como una banda de rock que pelea, un friki que anhela, un detective privado y un secreto, y sobre todo una profunda soledad que impera desde su trono invisible el destinos de su personajes. No hay sosiego para sus creaturas anhelantes, caóticas, figuras de un círculo de arena que las silencia, aparta y, paradójicamente, engrandece.

Regreso a esa imagen de Conolly, esa tumba sin sosiego que es el trance de la existencia. Me han marcado esos infiltrados en el colectivo punk de “Desde las sombras”, porque todos fingen, se orillan a no ser lo que son, se disfrazan, son la copia del otro, la posibilidad, la potencia del otro y en ese doppenganger habita la explosión; pocas veces hay redención y si la hay está en el recuerdo del  pasado.

Grata sorpresa encontrarse con el tipo que se creía Jarvis Coker. Tiene en sus orillas los guiños necesarios para atraernos y el veneno justo para hipnotizarnos. Prosa poderosa e íntima, crece como avanza el libro, poco a poco nos adentramos a la intimidad de una voz narrativa que sugiere una cercanía entrañable. Punk, música, requiebros e imposibilidades se trazan en estas páginas que, estoy seguro, serán el soundtrack de muchos de nosotros.

 

  • Narrador y poeta mexicano. Licenciado en Letras Latinoamericanas por la Universidad Autónoma del Estado de México uaemex y egresado de la Escuela de Escritores del Estado de México. Es locutor y producctor radiofónico en el 99.7 de fm, Uniradio, y miembro de la banda de punk Re.in.

    Autor de cuatro libros. Parte de su obra está dispersa en revistas de todo el país. En 2006, obtuvo el Premio Alejandro Ariceaga otorgado por el Centro Toluqueño de Escritores. Fue mención honorífica en el Premio de Cuento Alejandro César Rendón.

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